¿VOLVEMOS?
Nuestro país, nuestra sociedad, nuestro mundo está viviendo periodos muy complicados. Tenemos un nuevo enemigo, un nuevo adversario, el gran cambio en estos días es que, en esta ocasión, parece no tener rostro de persona.
Pero parece que por fin se acerca el momento de empezar a volver a nuestra vida normal. Somos conscientes de que el mundo ha cambiado, pero debemos seguir adelante.
El presidente Pedro Sánchez ha puesto plazos a la llegada de la ‘nueva normalidad’ tras lo peor de la crisis del coronavirus. La salida del confinamiento será asimétrica según la situación en las provincias, y gradual: constará de cuatro fases que durarán un mínimo de 15 días cada una. Es el tiempo que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS) para observar las tendencias de la desescalada. Así, en total, la duración total que calcula el Gobierno es de «entre seis y ocho semanas», según la zona. A finales de junio todo el país estaría en la ‘nueva normalidad’, una estabilidad que queda por definir. Sin embargo, los plazos, en epidemiología, hablan de mínimos: los expertos siempre han avisado de que las medidas de desescalada en cualquier momento pueden revertirse, o alargarse.
Hemos iniciado el camino a la ‘nueva normalidad’ a través de un galimatías de fases, normas y horarios que llamamos ‘desescalada’. Hemos vivido durante más de dos meses en una realidad de ventanas y balcones. El virus ha interrumpido el vals de la vida en mitad de un compás sincopado. En la ‘nueva normalidad’ que se avecina ya no habrá conciertos y aglomeraciones en torno a la música. Se acabaron los viajes caprichosos a conocer este hermoso planeta y a nosotros mismos. Los bares, con aforos controlados, ya no serán un auditorio improvisado para escuchar teorías cuñadas. El mundo vivirá en un permanente estado de ‘shock’ en el que los seres humanos estaremos controlados, quizá algo inevitable para salvar vidas.
Somos un país muy vulnerable que ha de enfrentarse a problemas de dimensiones desconocidas, una tarea de gigantes que decidirá nuestro futuro a medio y largo plazo. Entretanto esta liberación de los ciudadanos induce a cierto optimismo en la «nueva normalidad» que permite respirar aire nuevo. Los países de nuestro entorno comienzan a dar señales de normalización en fase más avanzada que España.
Nuestro carácter y costumbre sociales hacen más difícil el aislamiento y una población como la nuestra ha hecho de la cercanía social un modelo productivo con saludos, abrazos, besos, apretones de mano y aglomeraciones que dan vida a los deportes, singularmente el futbol, las ferias, las fiestas, bodas, bautizos, comidas y cenas. Todo ello estará limitado por un tiempo y a ello habremos de acostumbrarnos sin conocer muy bien en qué consiste «la nueva realidad».
Si algo tiene de positiva la ‘nueva normalidad’ que se avecina es que probablemente nuestros mayores sean más respetados y los lugares donde pasen sus últimos días no sean visto como un mero negocio. Y seguramente el trabajo de médicos y sanitarios será valorado como merece. También nos encaminamos al trabajo colaborativo y al teletrabajo que, bien administrado, puede ser positivo.
La lucha contra la crisis sanitaria y económica que ha provocado el COVID-19 es cosa de todos, esto ha despertado el espíritu solidario entre muchas personas anónimas al igual que en multitud de empresas de diferentes sectores. A una gran crisis se le debe responder con una gran cohesión y un gran trabajo en equipo. En este periodo de crisis, la solidaridad y los principios, como la fraternidad, ayuda mutua, en un todo unido a los conceptos de responsabilidad, generosidad, desprendimiento, cooperación y participación vuelven a brotar como común denominador de nuestra ciudadanía.
Estas crisis son las que nos hacen agudizar el ingenio, nos hacen salir de determinados círculos viciosos de nuestros sistemas productivos y nos hacen desarrollar nuevos modelos económicos que contribuyen a localizar soluciones innovadoras. Hay que reforzar la educación y la formación para poder impulsar el cambio de modelo productivo.
No podemos olvidar que para poder disfrutar de esta nueva realidad tenemos que proteger lo máximo posible el tejido productivo español e impulsar la salida de la crisis. Es importante reactivar la industria y potenciar las actividades de I+D+I, dentro de un plan de financiación relevante basado en la colaboración público-privada, medidas en el ámbito tributario y con el apoyo financiero de la Unión Europea.
La mayoría de las empresas tienen en marcha planes para volver a la normalidad sin que se produzca un rebrote del coronavirus. Ése es, al menos, el objetivo de un despliegue en el que se incorporan prácticas que cambiarán la rutina de los centros de trabajo. Desde test, mascarillas y guantes hasta instalación de mamparas, controles de temperatura y entrada por turnos, las medidas tienen como prioridad mantener a raya el Covid-19 Lo que está en juego no es solo la continuidad del negocio, sino también el arranque de la economía.
Si el individualismo nunca fue la solución para seguir avanzando, hoy es más necesaria que nunca la acción colectiva y solidaria de todos. Hoy más que nunca debemos redefinir un crecimiento económico afincado en la responsabilidad social. Seguir creciendo y avanzando pensando en el medio ambiente, en la transparencia, en el buen gobierno y, sobre todo, en las personas.