LA RECUPERACIÓN TRAS LA PANDEMIA ESTA MAS CERCA

SERA GRADUAL Y LENTA SEGÚN LOS INDICADORES ECONOMICOS

El estado de alarma ha llegado a su fin. España se ha despedido el pasado  9 de mayo  del paraguas jurídico que ha afectado durante los últimos meses los derechos fundamentales de los ciudadanos, como el de la libre circulación o reunión, en medio del malestar de los Gobiernos autonómicos, que han reclamado un plan de actuación centralizado para evitar un repunte de los contagios por coronavirus.

Pero las peticiones han caído en saco roto. Las comunidades se preparan ahora para tomar el mando de la situación sanitaria en cada una de ellas y, para ello, han tenido que establecer sus propias restricciones para controlar, precisamente, la evolución de la pandemia, e incluso varias han recurrido a la Justicia para imponer limitaciones, especialmente las que afectan a la movilidad como el toque de queda. Otras, han optado por recurrir a la limitación de horarios y aforo de la hostelería y el comercio para contener la movilidad de la población, mientras advierten de que, aunque decaiga el estado de alarma, la pandemia no ha terminado.

Los datos de los últimos días alientan el optimismo en España, ya que casi todas las comunidades han vuelto a experimentar un ligero alivio en sus cifras de contagios, hospitalizados, enfermos en UCI y de muerte.

No obstante, los expertos y las autoridades sanitarias insisten en que la pandemia no ha acabado, por lo que será necesario seguir con las medidas de higiene personal y tenerlas en cuenta a la hora de los encuentros sociales, así como en los desplazamientos hasta otros lugares.

Un hecho que, pese a esa tendencia a la baja en los datos de casi todas las autonomías, hace que, sin embargo, el país contenga todavía el aliento hasta conocer cómo reaccionan los ciudadanos y comprobar cómo impacta en la evolución de la pandemia el alivio de muchas de las restricciones como el toque de queda, la supresión de cierres perimetrales o la modificación de horarios en la hostelería.

El horizonte es aún confuso, turbio, impreciso. Una recuperación digna de su nombre está aún muy lejos. Pero España empieza a rebotar: tras un 2020 para olvidar, con la peor caída del PIB desde la Guerra Civil, una decena de indicadores recopilados parecen apuntan a que el motor de la economía vuelve a arrancar y que reflejan un cambio en el estado de ánimo de los agentes económicos. Entre estos indicadores están ; el empleo efectivo —la afiliación total a la Seguridad Social menos los ERTE y los autónomos con prestación— caía hasta febrero, pero empezó a recuperarse en marzo y creció con fuerza en abril, en casi 70.000 personas: los indicadores de confianza mejoran tanto en el sector industrial como —lo más importante— en los servicios, con los denominados PMI en máximos de los dos últimos años; la industria ha despegado, como muestran los índices de producción industrial, el consumo energético o el consumo de cemento; incluso los servicios empiezan a recuperar las constantes vitales, según las primeras estimaciones de reservas hoteleras.

Pero el componente más importante del PIB: el consumo privado. Esta vez parece que es la buena, no como la salida en falso del pasado verano que culminó en una doble recesión. Las vacunas, una mayor certidumbre, el ahorro acumulado durante lo peor de la pandemia y las ganas de recuperar la normalidad están impulsando el consumo privado en las primeras semanas de mayo.

A corto plazo es el consumo el que tiene la llave para lanzar la recuperación de la economía española. Para ello, el exceso de ahorro puede jugar un papel fundamental, ya que los hogares han acumulado unos 100.000 millones de euros en ahorro durante 2020.

De todos modos, no hay que confundir este rebote con un boom que lleve a España a recuperar el PIB perdido en cuestión de meses. La recuperación completa llevará años y quizá no se alcance hasta mediados o finales de 2023.

Todos estos datos tienen que trasladarse a todos los sectores económicos, en el caso de la industria de los eventos (congresos, ferias etc) sector que se ha visto zarandeado por la crisis sanitaria de la covid-19, con un completo parón inicial y caídas de actividad de más del 80 %,

Este ha tenido que adaptarse en tiempo récord para que todos los espacios y operadores cumplieran los nuevos protocolos sanitarios y de seguridad. Además, el sector ha acelerado, intensificado y extendido el uso de tecnologías a todos los niveles para poder mantener algo de actividad.

Los eventos virtuales, híbridos, multisede, al aire libre y burbuja han reemplazado por el momento a los tradicionales actos presenciales, que se han reducido a la mínima expresión por las medidas restrictivas de movilidad vinculadas a la pandemia. El sector opina unánimemente que todas estas modalidades que están solucionando el presente se quedarán en el futuro.

Sin embargo, ya hay representantes del sector e incluso estudios que advierten de que el elemento presencial, el cara a cara y el trato personal son insustituibles en facetas tan esenciales como la comercialización, el networking, la experiencia y la culminación de negocios.

En estos meses, el sector ha trabajado duro para fortalecerse, mejorar, no perder competitividad y apuntalar las cualidades que sitúan España como uno de los principales destinos y organizadores de eventos del mundo. Con la ansiada recuperación en V como objetivo, aseguran que las ventajas, la profesionalidad y la experiencia que posicionaron España entre los mejores del mundo en turismo de congresos no se han debilitado un ápice. Y las novedades experimentadas durante estos meses engrandecerán el modelo de negocio.

En estos momentos el sector trabaja para reprogramar los eventos aplazados y, además, los destinos españoles ya están celebrando eventos presenciales y, fundamentalmente, híbridos, con un perfecto funcionamiento de las medidas de prevención y con un elevado cumplimiento de las expectativas de asociaciones y empresas.